HISHIRYO DESDE LA INVESTIGACIÓN DEL AUTOR DE ESTE SITIO WEB
Debido a lo difuso y críptico de las explicaciones sobre el significado de este estado de la mente humana y su condición para alcanzarlo, tal como lo ha transmitido la tradición en su lenguaje poético y paradójico (koan), lo que en consecuencia ha llevado a la confusión detectada, según mi parecer, en el mismo ámbito de la práctica en general, por lo que sentí la necesidad de responder a esta pregunta en profundidad y de forma concreta.
Este fue el motivo que me llevó como practicante zen y estudiante dentro del Plan de Estudios Budistas (PEB) de la Comunidad Budista Soto Zen a escoger este tema como tesis final de los estudios. Para ello he confrontado los cánones budistas zen de la escuela Soto frente a la ciencia neurológica y psicológica actual, así como con mi propia experiencia introspectiva de las inmersiones en zazen.
Esto es lo que finalmente me ha llevado a a publicar un libro cuyo trabajo de elaboración de más de 11 años, recopila toda la experiencia, estudio e indagación durante mis más de 32 años de práctica, y cuyo resultado está recogido en el libro titulado: “Hishiryo: una interpretación actualizada de la condición del estado de consciencia zen según los cánones Soto”. La citada exégesis y sus tesis asociadas suponen, de hecho, el fundamento, manifiesto o corpus de este punto de encuentro virtual.
Dicho ensayo representa el fruto del trabajo que, no solo ha surgido del estudio e investigación, sino que también ha sido alumbrado gracias a la experiencia y observación surgida de la introspección durante la práctica contemplativa que he ido anotando en mis diarios de práctica, verdadero libro de bitácoras de un psiconauta. Por tanto, su ámbito no se circunscribe únicamente a la erudición o al ámbito teórico, sino que incluye, además, su dimensión empírica.
A continuación te presento el resumen de la tesis principal de la investigación contenido en el citado libro:
"Cuando el maestro Dogen dice en el Fukanzazengi en forma de koan «por favor, pensad desde el fondo del no-pensamiento. No penséis desde el fondo del pensamiento. Esto es hishiryo, el secreto del Zen», se está refiriendo a la conciencia surgida del pensamiento perceptivo o percepción —pura—; la percepción es el suelo sobre el que reposa la alfombra del pensamiento conceptual. Este suelo es el fondo del no pensamiento al que se refiere el zen cuando dice; «pensar sin pensar, no pensar pensando, pensar desde el fondo del no pensamiento». Bajar al sótano de la factoría del pensamiento es estar frente a la cadena del proceso de la percepción donde se produce el estado de conciencia zen. En aquellos tiempos la ciencia no discriminaba claramente entre distintos tipos de procesos cognitivos. El zen lo hacía, pero lo expresaba en su característico lenguaje paradójico. Para poder bajar a este «suelo mental» es necesario «pulir el espejo», es decir, la inmovilidad o aquietamiento de la libido —ascetismo o vía purgativa del cristianismo— de todos los planos del sujeto, o sea: corporal, emocional, mental y espiritual o volitivo realizados en el zazen shikantaza. Esta no es otra que la razón del concepto mushotoku en el sentido más profundo del término.
En los tres primeros ámbitos del sujeto pueden, de algún modo, ser ejercidos o dirigidos desde el yo — noche del sentido—, pero en la última es donde es necesario la disolución del yo —mushin—, puesto que se trata de traspasar del plano individual o personal para pasar al trascendental o transpersonal. Aquí está la dificultad. ¿Cuál es la clave?
La respuesta a este interrogante es kanzeon. Canon o kanzeon representa la figura o arquetipo de la compasión, pero esta emoción surge de la propia experiencia mística —kensho—, —Noche del espíritu—. En esta vivencia se realizan simultáneamente las tres realidades, tres sellos o marcas —tri-laksana—: duka, anatman y anicca; genera en el sujeto una honda crisis egoica y su consecuente revolución identificatoria que le impulsa necesaria y poderosamente a proyectarse en el otro, naciendo el espíritu de la compasión —Espíritu Santo—.
Pero el origen y el propio significado —esotérico— de kanzeon es: kan; observar profundamente, ver la raíz, lo esencial, tener una visión amplia. Ze; el mundo, la vida, los fenómenos. On; el sonido, la voz. Esto es, kanzeon es aquel que observa prof undamente el sonido del mundo. Lo mismo que su forma en sánscrito; avalokitesvara, literalmente se traduce como «el que ha un sonido percibido». Ya en el siglo VI, Kanchi Sosan, dentro de su libro Sin jin mei, menciona la vía sravakayana o la de los auditores —sravaka—, aunque quizás con otra acepción.
Por otro lado, en otro koan clave en los cánones Soto zen se afirma que: «Estudiar el budismo es estudiarse a Sí Mismo. Estudiarse a Sí Mismo es olvidarse a Sí Mismo. Olvidarse a Sí Mismo es ser iluminado por todas las cosas. Ser iluminado por todas las cosas es desprenderse del propio cuerpo-mente, y del cuerpo-mente de los demás». Pero ¿cómo olvidarse a sí mismo?
Si la cerradura de la puerta de hishiryo es el aparato perceptivo, que hemos conformado y optimizado por la vía ascética o noche de los sentidos, la llave es, como no podía ser de otra manera, su contraparte, el estímulo, y concretando, el estímulo sonoro. Aunque el estímulo visual puede desencadenar o coadyuvar el fenómeno de la experiencia, frente al sonoro está considerablemente más limitado. Este fenómeno de apertura llamado también absorción sucede así porque tiene la capacidad de «secuestrar» la atención dirigida al yo para volcarlo a la fuente estimular. La atención, que es energía, deja de nutrir al yo y este se disuelve por inanición dado que es virtual — Santo Olvido en mística—. Aquí reside el secreto del zen soto, este es el puente o vehículo hacia la trascendencia —vía iluminativa o illuminatio—.
Existe una explicación científica y esta se da en el llamado reflejo de orientación, una conducta que se manifiesta en todos los animales, incluso se podría decir que en las plantas. El reflejo de orientación, como su propio nombre indica, orienta la conciencia y el cuerpo hacia la fuente estimular, para optimizar la recepción de la información del medio, en otras palabras, es la atención. Entonces, ¿cuál es la noticia? La buena nueva es que por naturaleza estamos dotados de un artefacto que permite el olvido del yo. Este dispositivo, cuya función es dirigir el reflejo de orientación, se denomina sistema de activación reticular ascendente (SARA) situado en el tronco del encéfalo.
Esta es la cerradura que cuando es penetrada por el estímulo, hace posible, en un estado de favorable neutralidad, de quietud, serenidad y abandono —espíritu mushotoku—, abrir la puerta del sótano de los procesos cognitivos: la percepción pura, la que despierta la conciencia hishiryo, un tipo de cognición intuitiva, directa y fresca, de una extraordinaria sensibilidad o permeabilidad, en el que domina probablemente el hemisferio derecho.
Esta capacidad innata ha sido y es normal en estados preverbales, pero desaparece con el desarrollo e instalación del ego, inmediatamente posterior al comienzo del habla —18 a 24 meses— en el lóbulo frontal y en el hemisferio izquierdo respectivamente. Por esto se dice en el zen que hay que volver a la condición original de la conciencia.
También es la verdadera hipnosis, difícilmente ejercida en otros escenarios puesto que para que esto se dé plenamente debe desaparecer el yo o la voluntad egoica. Es la que ejercen los chamanes o magos de ciertas culturas y otros tiempos.
Como consecuencia de este entendimiento, se deduce que la meditación zen, según los cánones soto, es decir, shikantaza, se debe diferenciar de otros estilos budistas de meditación como la vipasana, con el que se le suele asociar, y de la que han surgido las modernas formas como el mindfulness, puesto que, en ellas, aunque por mínimo juicio que se haga sobre lo que se observa, se está ejerciendo un pensamiento discursivo y como tal, un proceso yoico, que la mística trata de trascender.
Hishiryo surge desde la atención pura, en distinción frente a la atención plena propias del vajrayana y sus derivados modernos. Esto nos lleva, por inferencia, todavía más lejos; a cuestionarnos el propio término de meditación como adecuado uso o correcta traducción al castellano de la práctica de zazen. En este sentido, considero que el término más apropiado es contemplación, tal como usaba san Juan de la Cruz y la mística española en general, ya que responde con más rigor a lo que se quiere referir, especialmente en su primera acepción de la RAE: «poner la atención en algo material o espiritual», una actitud mental propiamente pasiva. Frente al vocablo anterior, la misma institución de la lengua española dice de meditación: «aplicar con profunda atención el pensamiento a la consideración de algo o discurrir sobre los medios de conocerlo o conseguirlo».
Si bien es verdad que la propia contemplación zen se da puramente solo en estadios muy avanzados de la práctica, esto es, cuando se es capaz de ralentizar el caudal de pensamientos y la concentración es muy profunda, lo que, por tanto, es útil observar y analizar los pensamientos mientras tanto para conocernos, así como para trabajar nuestros apegos; conviene practicar vipasana, lo mismo que volver a aplicarla en fases muy avanzadas de la práctica, justo inmediatamente después de la expansión de la consciencia, para restaurar el yo que se ha deconstruido, en esa profunda crisis de identidad. Para ello habrá que reconectar con nuestro cuerpo, sentir y recordar quiénes somos como persona, en definitiva, activar el pensamiento discursivo, pues son los ladrillos de losque está constituido el material de los muros de este fortín que es el yo.
Por otra parte, esta náusea o crisis psicológica propicia un estado de inquietud desmesurado; en la jerga psiquiátrica: trastorno de ansiedad con episodios de crisis de angustia que, aunque forma parte de la cara oscura de esta expansión de la conciencia; las tinieblas de la noche oscura del espíritu, en palabras del místico español, o la noche de mara en el budismo; para conocer la misma cara luminosa es necesario volver a recobrar la estabilidad. No solo por eso, sino principalmente porque, dada la fisura del yo, se está corriendo un riesgo para la salud mental, por lo que es necesario la reconstrucción del yo. En el lenguaje de Dogen: «El despertar es olvidado, y este despertar olvidado continúa sin fin», o como decía san Juan de la Cruz; «estando ya mi casa sosegada», reunirse con el Amado.
Así, permaneciendo en este estado de altísima sensibilidad y frescura —vulnerabilidad— propia de la conciencia hishiryo —la mente de principiante— y, al mismo tiempo, en ausencia de amenazas, sereno y expansivo; quizás caminando en un día soleado por la orilla de una playa, el sonido del impacto de una ola sobre una roca y su retumbar dispare en la conciencia tal explosión de belleza, de luz, de plenitud y de amor; que es vivir el amor del universo y sentir la infinita gratitud, hasta el punto de llorar emocionados, por habernos concebido: el éxtasis místico del satori o la unicidad, en la mística española, la vía unitiva."
El libro esta al alcance del público y podrán solicitarlo en su entrañable librería preferentemente (entrega en 48-72 horas), y en su defecto, ya sea porque prefieren el formato electrónico o por lejanía, se podrá acceder directamente a la tienda on line Libros.cc, cliqueando en la pestaña con la leyenda: "acceso a la librería", donde podrán adquirir su versión tradicional o de papel en dicho establecimiento. Las modalidades e-book, mucho más baratas, puede adquirirla en los portales de Amazon, La Casa del Libro, El Corte Inglés, Google Play o iTune Store.
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Si desea saber un poco más sobre el contenido del libro también puede leer el post "Sobre el libro Hishiryo"
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