¿QUÉ ES HISHIRYO?

Una explicación a la luz del conocimiento actual

Hishiryo es un pensamiento o estado de conciencia natural, aunque no habitual, y extraverbal, caracterizado por un exacerbada sensibilidad, frescura y ductilidad mental. Es una mentalidad abiertamente sugestionable por los estímulos exteriores o hipnotizable, en verdad, es la absorción —dhyana—, la vía de acceso a este estado de conciencia.

Es el pensamiento concreto por antonomasia, ya que es un estado similar al que ocurre en la primera de las cuatro etapas del desarrollo cognitivo humano según la clasificación del psicólogo Piaget, llamada sensorio motora o preverbal porque desaparece cuando la niña o el niño comienza a hablar. Al experimentarse en la etapa adulta el espectro cognitivo es mucho mayor, pues sucede en una etapa verbal o postverbal, lo que también lo hace transracional. Por el mismo motivo incluye y trasciende al yo, puesto que este es de naturaleza conceptual — la conciencia del yo en el niño evoluciona en relación con el desarrollo del habla—. En tal caso, porque sucede acompañado de un fenómeno de expansión de la consciencia, se puede decir que es un estado transpersonal.

Por su naturaleza concreta, es de carácter perceptual y, como tal, su lugar funcional probablemente reside mayormente en el hemisferio derecho —en las zonas visoespaciales del lóbulo parietal—, habiendo abandonado así el foco de la conciencia su lugar de residencia habitual: el lóbulo frontal donde se aloja la actividad yoica; como tal proceso y ubicación se trata de un pensamiento de tipo fresco, directo, instantáneo, holístico e intuitivo. Es una mentalidad rica en información; a veces, incluso inconsciente. Por su cercanía a la percepción y no tratarse de procesos abstractos podríamos decir que sus unidades cognitivas son imágenes mentales, resultado de la memoria o evocación de percepciones, y en este caso necesariamente bautizados con el nombre de perceptos, y contienen información, además de lógica, también sensoemocional. Estos estados de conciencia o atisbos de ellos han sido de alguna manera plasmados en la historia a través de la pintura zen desde la antigua China pasando por Japón y acabando por influir de forma determinante en la pintura impresionista y expresionista de occidente. La migración del foco de la conciencia condiciona también su cognición. Esta perspectiva egoexógena es lo que marca una de las características cognitivas propias de dicha conciencia; el desdoblamiento o desidentificación yo-conciencia. Esta perspectiva lleva a experimentar un sentimiento de extrañeza respecto a la autoimagen del propio sujeto como también a la visión del mundo. En los primeros estadios de la irrupción de esta conciencia, dicha mirada puede resultar tremendamente inquietante y dramática, mientras que su extraordinaria sensibilidad se vuelve en contra en forma de trágica vulnerabilidad.

Otro de los inconvenientes que presenta esta mentalidad es su carácter antioperativo, no solo en su aspecto pasivo, sino especialmente como proceso contrario o freno a la actividad funcional utilitaria que significan los procesos realizados en el lóbulo izquierdo y su cómplice, el hemisferio frontal. En palabras llanas, esto se traduce en torpeza o impericia de actividades donde los aspectos lógicos y motores son preponderantes. Se observa que después de jornadas largas e intensas de zazen como son los retiros espirituales o shessin la pericia motora se reduce. Probablemente, se deba a la activación del hemisferio derecho y su predominio sobre el izquierdo. Se sabe que el pensamiento conceptual y el lenguaje tiene que ver con áreas motoras y premotoras del lóbulo izquierdo y que el miembro dominante más habitual es el derecho, que está a su vez gobernado por lóbulo izquierdo.

Bien es cierto que esto pudiera darse solo en fases primarias del desarrollo de este estado alterado de la mente. No obstante, a favor tiene que, dado el carácter fresco y holístico de este tipo de proceso cognitivo, innova y actualiza el conocimiento de la mente de principiante, la cual no es rígida ni está reducida y acomodada como se encuentra el pensamiento conceptual, lo que posibilita inéditas perspectivas expandidas de la realidad. Por otra parte, es un pensamiento muy permeable, lo que favorece un contacto mayor y más directo con la realidad. Al ser sensible y sensitivo propicia la empatía con el sufrimiento ajeno, evitando la disgregación social o alienación. Finalmente, esta extraordinaria capacidad sensitiva surgidas en momentos favorables de confianza y expansión se alía con el sujeto posibilitando puntuales experiencias extáticas de luz, de belleza, fe y amor que encierran una poderosísima significación vital y existencial para el que las experimenta.

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